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2.
Hay algo en mí que busca la más clara combinación.
Hay algo que golpea, necesita treparse,
volcarse en las palabras. La ventana
enmarca una porción de la noche.
Mis ojos están abiertos Mi cuerpo desecha
todo movimiento. Yo no necesito de la noche
para parecerme a ella,
sino para sentir el oscuro desafío que me enciende.
1967
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9.
Hay momentos en que la palabra
no está en ninguna parte.
Hasta el mismo corazón parece estar
fuera de su centro. Hasta esta cabeza.
¿ Cómo escucharé entonces la melodía oculta
si no puedo inventar el vuelo
de estos pájaros fríos, pequeños ?
Afuera las últimas estrellas tiemblan,
vacilan. La frialdad es perfecta.
Todo parece estar en su justo lugar.
Solo yo sé que esta noche no debe volver.
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6.
He estado leyendo en estos viejos papeles
palabras escritas hace tiempo
bajo otro cielo
en otra ciudad.
Sé que no son grandes palabras
que no hablan ni de la vida ni de la muerte
que han conseguido entrar en el corazón de algunos instantes
pero nada más.
Uno por uno
se retorció cada papel en el fuego.
Vertical
el frío de junio
caía sobre mí.
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ENCADENADO A ESAS PALABRAS QUE NO VIENEN
No es fácil estar sentado aquí
esperando que las palabras vengan al fín
a sacarnos de este vacío donde sudamos
un áspero y conocido perfume a soledad.
No se puede esperar demasiado tiempo
En el patio observo
la línea de la mañana. El viejo sol
con una paciencia infinita trilla
lentamente la flamante llanura.
En este mes de setiembre
entro en mi trigesimocuarto qué ?
La gata de casa
semidormida
se revuelve voluptuosamente sobre el pasto.
con los ojos entreabiertos, indiferentes hacia afuera
como si gozara íntimamente con algún secreto
que yo no tengo
parece no importarle demasiado
mi desprotección.
Adentro
mi hijo pequeñito duerme todavía
duerme y sueña y vuela.
Yo en cambio sigo aquí
encadenado a esas palabras que no vienen.
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Cómo puede la tristeza
escribirlo todo
sin dejarse ver.
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¿ Qué decir de Inchauspe ?
¿ Qué de vuelta nos retrotrae a la pregunta de siempre, de sí la poesía sirve para algo ? ¿ O son otras las preguntas ?
A Inchauspe uno lo imagina encerrado, con alguna botella acompañando, que uno supone de algún whisky malo, o acaso de ginebra. En la otra mano una birome, y por ahí también el cuaderno gastado.
Y se tienen ganas de tocarle el timbre, y que hacé' loco, venite, dale venite ... (que la noche está en pañales).
Invitarlo a compartir borracheras, ir de ronda por los bares, o a alguna fiesta con minitas y escabio, que aunque no haya pibitas, tampoco importa demasiado, que uno de los mejores antidotos contra la soledad, son las borracheras compartidas entre amigos.
Es que la poesía de Inchauspe es una poesía solitaria, del vacío, de palabras que no vienen, palabras cómo única compañía, incapaces de explicar el misterio de la vida.
Y la poesía cómo único refugio posible, alguien que escribe porque no sabe hacer otra cosa, y tan sólo se pregunta sobre la utilidad de las palabras.
Dice Inchauspe:
No es fácil estar sentado aquí / esperando que las palabras vengan al fín / a sacarnos de este vacío
Hay algo en mí que busca la más clara combinación. / Hay algo que golpea, necesita treparse, / volcarse en las palabras.
Parecería ser un hombre buscando una salida, soñando con palabras imposibles, cómo si por sólo nombrarlas, en un acto de fe, casi religioso, hubiera posibilidad de escapatoria.
Aunque si uno se remite a la biografía de Inchauspe, muerto joven y solitario, la lógica sería que nos resignemos al hecho fáctico que la poesía no le resultó de mucha utiilidad, tan inútil como es como camino de redención.
Y cómo la lógica no es nuestro fuerte, mantenemos la ilusión de seguir creyendo en las palabras, que aunque a Inchauspe no lo hayan redimido, al menos se tiene la convicción de que le sirvieron de alivio a su existencia cotidiana.
Pero eso sería sólo la anécdota de un solitario más en este mundo, y lo que vale, lo realmente importante, es la belleza en sus versos, esa terquedad en insistir, en tratar de transformar lo insignificante, lo ausente, en palabras luminosas.
Por eso gracias, Inchauspe, gracias.
Gracias por volvernos a la pregunta del principio, de si las palabras sirven para algo.
Y aunque no tenemos la respuesta, lo que si está claro, es que a nosotros, que también somos buscadores de palabras, lo que nos queda es persistir en la busqueda, que seguro, aunque esté preso, seguro que dentro de muchos años, otras generaciones, otros niños le escaparán a las playstation y volverán a insistir con la misma pregunta.
Andrelo
Buenos Aires, Diciembre de 2009
... continuará ...
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