EL DALAI PEP
Apuntes
sobre una posible relación entre Pep Guardiola y el Dalai Lama.
Al
fin y al cabo, lo que casi todos buscan es una dosis de felicidad.
Dalai Lama
I.
¿Cómo
llegan los libros a uno? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Hay una razón
última de las cosas?
Hace
un par de meses, por circunstancias laborales, me tocó estar en la
bonita ciudad de Arequipa, en Perú. Mientras caminaba por las calles
del centro, reflexionaba sobre por qué la vida en comunidad suele
resultar tan complicada. Si es simple, un gobierno debería procurar
la felicidad de su pueblo, y generar las condiciones para que todos
los niños tengan dónde dormir, qué comer y un espacio sano para
jugar, reír.
No
parece tan difícil, y sin embargo, la mayoría de los gobernantes
viven enredados adentro de una nube -como si tal cosa fuera
físicamente posible-, y a medida que van ascendiendo en el poder, se
van alejando cada vez más del mundo sensible, sensorial, donde se
ven las miradas de los niños, se oyen los llantos de las madres, o
se tocan los brazos flaquitos de las personas.
Reflexionaba,
con cierta dosis de impotencia, como suele suceder cuando pensamos
sólo con la mente, y nos preocupamos por cuestiones que no podemos
resolver desde la cabeza. Somos im-potentes, en potencia, en la
cabeza no logramos cerrar el círculo de los pensamientos.
Necesitamos cuerpo, acción, por más sutil que sea esa acción.
Mientras
continuaba con los pensamientos, ingresé a una librería de viejos.
Revolviendo estantes, encontré un libro que se llama “La
senda del lider”,
escrito por el Dalai Lama en colaboración con un consultor de
empresas de nombre Laurens van den Muyzenberg.
Siempre
me pareció muy bonita la palabra “senda”, tiene algo de lenguaje
antiguo, de otra época.
Empecé
a leer el libro. Seguí. No paré. Sin quererlo, empecé a caminarla
a la senda.
II.
“La
senda del lider”
intenta vincular aspectos de la filosofía budista con nociones de
liderazgo más convencionales.
Según
el Dalai Lama, la esencia del budismo puede ser resumida en dos
conceptos: visión de futuro justo y conducta justa. Tener la visión,
y actuar en consecuencia.
Para
el budismo, un “verdadero” líder es quien toma las decisiones
justas. Y para tomar las decisiones justas, hay que mejorar la mente,
entrenarla. Todos podemos mejorar nuestra mente, pensando y actuando
de manera justa.
Justa,
justa, justa... palabra que se repite casi en forma de mantra,
quizás porque es algo que no deberíamos olvidar las personas. Como
tampoco deberíamos olvidar de actuar siempre con la intención
justa.
Pensar
y actuar con la motivación justa es la primer parte del concepto
budista de Visión
de futuro justo.
La segunda parte consiste en reconocer tres aspectos de la realidad:
-
Nada de lo que existe es permanente, todo cambia
-
Nada de lo que existe es independiente
-
Nada existe sin una causa
En
terminología budista, lo anterior se conoce como Impermanencia,
Interdependencia y Origen dependiente.
III.
En
el libro, se describe al verdadero
líder como alguien que tiene la mente tranquila, serena y
concentrada. Si la mente es influenciada por la ira, los celos, el
temor, o la falta de confianza en si mismo, la persona se transforma
y se torna ineficiente, no ve la realidad. Una mente entrenada puede
ver cuando una emoción comienza a a hacer de las suyas.
Líderes
verdaderos o no tanto, formales o informales, existen en todo tipo de
organización, desde la familia al grupo de amigos, desde el equipo
de fútbol hasta el gobierno de un país.
Toda
organización está compuesta por un conjunto de personas, es la suma
de los individuos dentro de ella; es, a la vez, más y menos: más
porque es capaz de lograr cosas que los individuos no pueden lograr
solos. Y menos porque los individuos también tienen una vida por
fuera de la organización, tienen padres, hijos, amigos, etcétera.
Pienso
en el Barcelona: Messi hace goles, porque alguien le pasa la pelota,
o sale campeón porque alguna vez un defensor sacó una pelota en la
línea. Pero a la vez, Lionel Messi es también un individuo, que
sufre, ama, llora, al igual que cualquier otro individuo.
¿Qué
tienen en común Buda y el Barcelona? ¿Cuál es el hilo conductor
entre Siddhartha y Lionel Messi? El Dalai Lama dice que el Budismo
pone en un primer plano la felicidad de las personas. Y el Barcelona
también, pero no sólo por brindar un espectáculo público, un
entretenimiento, sino que además, como organización debería
procurar la mayor felicidad posible de sus trabajadores, en este caso
los futbolistas.


“Lo
mejor es que siga ahí, donde es feliz, que no se lesione y vuelva
con la medalla de oro. En estos partidos nuestro deber es ganar sin
Messi”,
declaró Pep Guardiola. Dicho y hecho, Messi fue feliz, no se lesionó
y ganó la medalla de oro. Y el Barcelona ganó los partidos que
tenía que ganar.
IV.
Buda
consideraba que el principal eje de sus investigaciones era encontrar
la causa de la falta de felicidad de las personas y cómo hacer para
reducir el sufrimiento. Su conclusión fue que la principal causa de
sufrimiento de las personas es el egocentrismo, al cual consideraba
una ley de la naturaleza, una cuestión de supervivencia de la
especie.
Pero
el egocentrismo es también la causa de los pensamientos negativos, y
Buda lo que propone es un entrenamiento de la mente, una disciplina
para no ingresar en el enredo de los pensamientos.
Los
directores técnicos, al igual que cualquier otro líder, se
enfrentan a cada momento con la necesidad de tomar decisiones. Si su
estado mental está dominado por pensamientos negativos, esas
decisiones serán muy diferentes que si ese líder tiene una visión
de futuro justo.
Guardiola
es un ejemplo de líder con una visión
de futuro justo.
En el blog Paradigma
Guardiola,
se define su paradigma, su visión, su modelo de juego, con las
siguientes ideas fuerza:
-
Posesión
74:
implica buscar 74% de posesión del balón en los partidos
-
Anchos para ser profundos:
busca lateralizar la posesión de la pelota, “abrir la cancha” en
jerga futbolera
-
Salir jugando: que
desde el arquero hacia adelante, se procure siempre el toque
-
Recuperación 5 segundos: Cuando
se defiende, presionar para una rápida recuperación
Con
estos ejes, estas claras premisas básicas, una
visión de futuro justo
aplicada al deporte, el Barcelona jugaba los partidos -y los ganaba-.
Claro, y también con Messi, ser sobrehumano que justifica cualquier
teoría.
V.
Siempre
según el Dalai Lama, al momento de tomar una decisión, tanto
Guardiola como cualquier otro líder, deberían
considerar la intención
detrás de cada acción. Esa intención debe ser buena, lo que
significará que no perjudicará a otros, como mínimo. Al menos,
reducir el daño al mínimo posible. Además, el líder debe
preguntarse... los efectos de esta decisión, ¿son beneficiosos para
la organización y el resto de las personas involucradas? ¿Cuales
son las causas y efectos de la decisión?
Las
relaciones de causa y efecto pueden entenderse mejor con los tres
principios budistas de origen dependiente, interdependencia e
impermanencia.
-
Origen dependiente:
Nada existe sin una causa y nada cambia espontáneamente. O sea,
cualquier decisión inicia un cambio.
-
Interdependencia:
Todas las acciones tienen efectos en uno mismo y en los demás. Mis
actos causan un efecto en otras personas, y sus reacciones ante mi
actuación causan un efecto en mí, y así sucesivamente, en una
cadena interminable.
-
Impermanencia: Dado
que hay innumerables causas y efectos, nada de lo que existe es
permanente y sin una causa. El cambio constituye el estado natural de
las cosas, todo en la vida crece y se deteriora, y por lo tanto la
incertidumbre y la ansiedad son parte inherente de los seres vivos.
Las
personas sabemos de la impermanencia, pero no nos gusta,
preferiríamos estados satisfactorios permanentes. Pero es imposible
un estado permanente de satisfacción sin que haya cambios, algunos
placenteros y otros no tanto.
Desde
el momento en que vivimos en este mundo estamos destinados a
encontrar problemas. Podemos desanimarnos y así baja nuestra
habilidad de enfrentar la dificultad, o podemos recordar que todos
experimentamos sufrimientos, y no sólo nosotros sino cualquier ser
vivo, entonces esta perspectiva más realista incrementará nuestra
determinación y capacidad para superar el problema. Con esta
actitud, cada nuevo obstáculo puede ser visto como una oportunidad
para mejorar la mente.
Lo
más probable es que cuando a Messi lo convocaron a los Juegos
Olímpicos, Guardiola no tenía conocimientos de las enseñanzas del
Buda. Pero igualmente actuó como un líder con una visión
de futuro justo.
Al enfrentarse al problema que la vida le puso por delante, supo
tener la mente tranquila, serena y concentrada para actuar con
determinación.
El
problema fue una oportunidad para mejorar su mente, mejorar a la
organización y al equipo, al tener que afrontar los partidos sin su
máxima figura. Y también mejoró al propio Messi, que fue feliz, a
la vez que consciente de su interdependencia,
de que en ese momento sus compañeros de equipo estaban jugando sin
él -y ganando-, por lo que todos dependían de todos. A la vez, el
cambio constante, la impermanencia...
el Barcelona de Messi pasó a ser el Barcelona de Xavi, Iniesta y
compañía. Y supo ganar también de esa forma.
El
verdadero líder, entiende el origen
dependiente
de las decisiones, la interdependencia
e impermanencia.
Por eso no pone el foco sólo en los resultados, porque eso genera un
exceso de expectativas y ansiedades. En cambio, al entender la
interdependencia,
sabe que un gol de Messi puede significar la sonrisa de un niño en
Malawi.
Eduardo
Galeano, admirador de Guardiola y el Barcelona, aún sin hablar de
liderazgos, también da a entender que no todo es resultados en una
organización. “No
creo que valga la pena vivir para ganar”,
dice Galeano. Ninguna victoria, ninguna derrota, y mucho menos los
empates son para siempre. A la semana siguiente se gana, se pierde,
se empata, pura impermanencia.
Lionel
Messi, un regalo que la divinidad le da a nuestros ojos cansados,
quizás sea una pequeña señal del universo para iluminarnos la
senda de los buenos, los que insisten en un futuro justo donde todos
y cada uno de los niños tendrán dónde dormir, qué comer, y un
espacio sano para jugar, reír. Por ahí esta es la razón última de
las cosas.
Andrés Lewin