lunes, 20 de julio de 2009

ALREDEDOR DE ALFONSIN

Entre tanto trucho dando vueltas, se nos fue Don Raúl, político de raza, verdadero.

Lo primero es darse cuenta que uno empieza a tener un pasado, un tiempo ya vivido, y no que es contado por los libros. De hecho, fue la primer imagen de un presidente que registra mi memoria, y por algunos años de mi infancia he creido que ser presidente era ser Alfonsín. Después supe que no, pero eso es otra historia.
También el recuerdo de aquel año 83, en el que el niño de 5 años que uno ha sido, andaba por el mundo con las manos en saludo alfonsinesco.

Lo segundo es darse cuenta que uno sigue siendo un iluso, cercano a los luchadores de causas perdidas, los que aún creen que política es otra cosa, no la guerra de vedettes que nos rodea.

Alfonsín, volvamos a Alfonsín, un hombre que ha perdido sus batallas.
Porque da risa escuchar ciertas voces que hablan de diálogo, república, instituciones.
O porque hemos comprobado que sólo con la democracia representativa no alcanza para comer, curar, educar.

La democracia representativa, al fin y al cabo, no es más que una forma de gobierno.
Es probable, y la historia parece afirmarlo, que hasta ahora es el menos malo de los sistemas de gobierno posibles.
No tengo respuestas ni soluciones, pero debe decirse que en ciertas ocasiones facilita el statu quo, porque a los poderosos de siempre les sale más barato comprar un diputado que mantener un ejército.
Y ahí está la trampa.

O el circo mediático que se queda en la anécdota de la cáscara vacía, que el santo Alfonsín, el honesto, el padre de la democracia.

Está bien, debe reconocerse que al lado de lo que rodea, un hombre que se muere en el mismo departamento en que vivió antes y después del ejercicio del poder, por lo menos parece un bicho raro. Pero no debemos dejar que nos confundan, la honestidad es una obligación, no una virtud.

Y desmerece al personaje que sólo se lo asocie con la democracia. Porque al gobierno se llega para eso, gobernar, tomar decisiones.

Y cuando estuvo ahí, por un tiempo Alfonsín se propuso mejorar un poco el estado de las cosas.
Revolucionario ? No, se diría que casi un menottista, el inodoro en el baño, la cama al dormitorio, los asesinos a las cárceles.

Por un rato insistió en el predominio de la política y algo se le animó a los poderes establecidos, la iglesia, los militares, sindicatos, la patria financiera. (Hasta se le animó a los poderes verdaderos e intentó una reestructuración de la deuda, diferenciando legítima de ilegitima, incluso cuenta la leyenda, que su primer ministro de economía, cuando un funcionario del FMI le empezó a plantear indignidades soberanas, se le bajó los pantalones en la cara, dicendole que era lo único que le faltaba).

Y aunque probablemente haya sido más que su partido, Alfonsin fue siempre un radical, un partido que en muchos momentos de su historia contradijo a su propio nombre, que se supone que implica convicciones profundas, innegociables.
Caso extraño la UCR, partido nacido con la sangre del suicidado Leandro N. Alem, el del "que se rompa, pero que no se doble" .

Alfonsín, radical al fin, termino cayendo en la trampa de la democracia, negoció hasta el exceso, se dobló, que la casa está en orden, felices pascuas.
Esta bién, es cómo cuando mirando la tele, uno no puede creer el gol que se erró el numero 9... había que estar en ese momento, ese lugar.
Y se le debe reconocer a Alfonsín la dignidad de hacerse cargo, como todo lo que hizo o dijo en su vida pública.

Pero la trampa está, se habla más de democracia, que de sus intentos de cambiar un poco el estado de las cosas, que a veces pudo, en general no.

Prefiero recordarlo por eso, por el juicio a las juntas, la capital en Viedma, las cajas de PAN.

Y mis respetos a su memoria, su familia y si alguno queda por ahí, a los luchadores de causas perdidas.

Andrelo
Buenos Aires, 2 de Abril de 2009

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